Te has ido sola, sin una mano amiga que haya podido
prestarte su calor. Has muerto en un coche, camino del hospital, desde una
residencia anónima, donde no te faltó la Asistencia Médica, pero sí el amor de
tus compañeros.
Tú, que fuiste la reina de las tertulias, 'La señora', como
te llamábamos cariñosamente todos los que compartíamos un café o una copa casi
diariamente contigo. Ya no hablo de lo magnífica actriz que eras o de tu currículum.
Hablo de la persona. Últimamente, tomando un café contigo, en la cafetería del
Teatro Español, me dijiste: "Julia, ¿cuándo (aquí falta un taco) vais a
inaugurar La Casa del Actor? Necesito compañía, estar con los míos. No quiero
morirme sola".
Pues te diré, querida María, que en este país, donde se
utiliza al actor para tantos eventos, tendemos a olvidarle cuando envejece. La
Cultura está devaluada. El Ministerio nos ha recortado la pequeña subvención
que teníamos para ladrillos dejándonos en la indigencia. Puede que se gasten
millones en las Olimpiadas, pero le han quitado al Colectivo de Actores la
pequeña ayuda para acabar nuestra Casa.
Aisge, el cual se nutre de nuestros derechos de imagen,
también nos ha negado su ayuda después de tantos años de promesas. Al final,
tendrán que ser los jóvenes actores, hermanados con los viejos, los que tengan
que luchar para terminar nuestra Casa. La Casa del Actor existe en América y en
otros países de Europa, pero en España, no. ¿Para qué? Ya son viejos. No
sirven.
No hemos podido ayudarte, querida María, como a tantos
compañeros que se nos han ido. Sólo podemos llorarte y darte nuestro último
adiós, desde la rabia de nuestra impotencia.
Julia Trujillo
Presidenta de La casa del Actor
Publicado en El Imparcial
04-03-2013